Se daba un hartazgo de tiempo memorioso para desenredar las miserias no cumplidas de aquel otoño chileno a la vera de los grandes lagos. Ella, le llevaba treinta años.
Inesperadamente, la conoció en una pequeña librería de Puerto Montt. Nunca pidió que sucediera algo, sin embargo, el desencanto del viaje junto a su esposa, lo asfixió de sobremanera. Los días pasaron fantasmagóricamente entre tonalidades ocres y melancolías campestres.
Una vez vuelto a la legendaria villa mediterránea, susurró sin saber que fue de la cautiva patagónica. Prestó sentarse entre páginas nomencladas y barbitúricos vencidos, imaginándose el aroma frente al mar.
Inesperadamente, la conoció en una pequeña librería de Puerto Montt. Nunca pidió que sucediera algo, sin embargo, el desencanto del viaje junto a su esposa, lo asfixió de sobremanera. Los días pasaron fantasmagóricamente entre tonalidades ocres y melancolías campestres.
Una vez vuelto a la legendaria villa mediterránea, susurró sin saber que fue de la cautiva patagónica. Prestó sentarse entre páginas nomencladas y barbitúricos vencidos, imaginándose el aroma frente al mar.
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